viernes, 2 de agosto de 2013

Fin De La Cita

Vivimos en un país de pandereta. No. Vivimos en EL país de la pandereta.
Somos el hazme reír del mundo. El ejemplo claro y evidente de lo que NO hay que hacer. De como NO gestionar un país, y por supuesto del estilo de vida que NO se debe llevar.

Vivimos en una corrupción continua. En la tierra donde políticos, reyes y allegados a ambos, meten la mano en todos los sacos con el símbolo del dolar que pueden. Donde una disculpa apacigua al vulgo, y donde el peor de los actos ilegales puede ser encubierto si tienes unos pocos de miles de euros en el bolsillo. Donde sucede el caso Bárcenas. Donde sucede el Caso Gürtel. Donde se encubren los datos del paro. Donde se suben los impuestos. Donde baja el empleo. Donde se acusa a los que ayudan de terroristas. Donde se prioriza los bancos a las personas. Donde se privatizan servicios para el bien propio.

Hacemos vida en una nación donde el presidente en función, se permite saquear bancos y dar argumentos cojos, permitir que la gente se quede sin hogar, y además, alardear de su buena gestión.
Es tal la ineptitud de este señor, que se permite decir "que no va a dimitir".
Y yo me pregunto: ¿Que poder le otorga a este sinvergüenza la capacidad de decidir si debe o no dimitir?

El poder es del pueblo... No. DEBERÍA ser del pueblo.

Pero a España le gusta tocar "esa" pandereta. Nos conformamos con poco, y permitimos mucho. Nos aferramos al clásico eslogan de "A mi, mientras no me falte de comer...".
Y eso no debe permitirse; Pues nos falta de comer.

Parece que muchos muchos no se den cuenta, pero trabajamos para vivir. Ganamos poco, gastamos mucho y pasamos hambre.
Apenas nos llega para el alquiler. Nuestra nevera llega vacía a final de mes y soñamos mes tras mes con podernos comprar ese televisor que lleva un año pasado de moda.

No es permisible. Nos faltan huevos y nos sobra boca. Permitimos el mangoneo. Tenemos miedo a desequilibrar nuestra estabilidad; pero no nos damos cuenta de que otros se encargan de balancearnos para sacarnos las pocas y cobrizas monedas que nos quedan en la cartera.

Este momento es intolerable. Mientras otros países queman y gritan "libertad" nosotros permitimos que el "tio" que gobierna nos agarre del cuello y encima nos obliga a sonreir.

Pero esto seguirá así. Pues no queremos poner en riesgo nuestro estatus... A pesar de que, lenta y dolorosamente, esté desapareciendo la clase media.

Por aqui poco se puede hacer... la indignación está quedando atrás y la frustración está tomando sentido.

A la familia real: Muerte.
A los politicos sin diferencia: Muerte.

No merecéis otra cosa que morir...¡Panda de hijos de puta! (Fin de la cita)

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